martes, 2 de diciembre de 2008

Gritos

ADVIENTO AL HILO DE LAS ESPERANZAS DE LA HUMANIDAD

Quiero que el grito del Adviento: ¡Ven, Señor, Jesús! sea verdaderamente un grito y no una expresión devota pero desencarnada. Creo que sólo se puede celebrar el Adviento desde una profunda solidaridad con los anhelos más hondos de la humanidad. Por eso, en estos días, me preguntaba por las esperanzas concretas de la gente, de la de cerca y de la de lejos, esperanzas de carne y hueso, con nombres y apellidos... y he buscado en mi interior cuáles son mis esperanzas, aquellas en las que se va mi vida y mi tiempo, las que traducen en mi día a día cotidianos el anhelo de la venida del Señor. Os invito a hacer lo mismo, a poneros en la piel de la gente y en los zapatos de sus esperanzas, para enraizar nuestra esperanza en las esperanzas reales de la humanidad.

¿Qué espera la gente?
Encontrar trabajo...
Poder terminar de pagar la casa, con esas hipotecas infernales...
Que su hijo, hija, madre, padre, marido, mujer... se cure de esa enfermedad...
Que sus hijos crezcan bien, que no se metan en más líos...
Que haya armonía en el hogar... Verse libre, por fin, de quien maltrata...
Que tal persona vuelva, que llegue la reconciliación...
Conservar el empleo, en estos tiempos que corren...
Volver a ver a los suyos...
Encontrar amigos para acompañar la soledad...
Que Fulanito/a salga de la cárcel...
Recuperar la alegría o que NN la recupere, lleva tanto tiempo con la depresión...

Que la guerra se acabe y que no mate a su gente...
Que deje de destruir su pueblo, su país...
Poder regresar a casa y abandonar para siempre el campo de refugiados...
Tener algo que llevarse hoy a la boca o dar a sus hijos...
Ver pronto a quienes se fueron a tierras lejanas a buscar el sustento de la familia...
Que le devuelvan a quien le arrebató un atentado terrorista, un accidente de tráfico, un ataque militar o cualquier otra brutalidad...
Que les permitan volver a sus tierras, cultivar y vivir en las tierras de sus antepasados, explotadas ahora por la microempresa de turno...
Que la patera o el cayuco no naufrague y la travesía tenga buen fin...
Que puedan llegar a España y encontrar trabajo y una vida mejor...
Conseguir los papeles, renovarlos, homologar el título, que le paguen lo que le deben... Que el próximo huracán o terremoto tarde mucho en llegar...
Que lleven la carretera, la luz o el agua a su aldea...
Que dejen de demoler sus casas y los dejen vivir en paz...
Encontrar por fin el tratamiento o la vacuna contra tal enfermedad después de tantas investigaciones...
Que la Iglesia sea de verdad la Iglesia de Jesús...
que renuncie al poder, que sea humilde, pobre, samaritana,
novia del mundo y no “madrastra”...

Que mi comunidad siga intentando el camino de acogernos unas a otras con calidez,
de buscar juntas las invitaciones de Dios para nosotras desde la realidad
y de vivir para la gente y no para nosotras mismas...

Que vivamos un cristianismo menos burgués y acomodado,
que despleguemos nuestra entraña profética
y la expresemos con nuevos signos y presencias...

Quiero “aguardar la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro Salvador” agarrada de la mano de mis hermanos y hermanas. Y, mientras tanto, acoger al Señor que ya está viniendo a acompañar nuestras esperanzas cotidianas, alentando nuestros esfuerzos por conquistarlas

Ana Isabel González Díez, ecleSALia 1 de diciembre de 2008
http://www.eclesalia.net

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